Joaquin Phoenix es una actor extraordinario, es mejor actor que lo que
la película le permite. Porque Guasón le pide que esté impactante, le
pide que en tomas cortas y morbosas acierte con la dimensión humana de
situaciones sin desarrollo e incluso inverosímiles, con el que el guión
avanza también impactando. Eso es muy difícil de actaur, pero impone
límites a la actaución en su propia verosimilitud; porque al rato ya
estoy viendo una actuación hecha agente de efectuación de un
guión que cada vez la pone mas a su servicio y al final le hace bajar línea. Phoenix y De Niro actuando una situación evidentemente
forzada me hace pensar que por más reconocimiento y excelencia que
tengas, sos un empleado o socio de la industria que termina actuando
cosas sin honestidad intelectual.
Lo que me dejó Guasón es una
sensación fea: un actor aceptó ponerle muy heroicamente el cuerpo a
algo que está hecho de manera especulativa y efectista. La apuesta al
impacto es aquí tan alta y la coartada tan demagógica, que si no
adherimos con la euforia correspondiente, parece que corremos el riesgo
de sentirnos sobre exigentes, petulantes y quedarnos solos respecto del
mundo que premia y da trabajo. La película deja un vacío tan grande que
cuesta no asumirlo como una decisión afirmativa; pero no, es lo que deja
una película pretenciosa sin encuentros verdaderos y profundos entre
actores. Película y actuación están hechas con la dinámica del mundo que
denuncian. Su recepción y éxito también.
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