Los directores que trabajamos con y desde la actuación
sabemos que en lo vivo está nuestra fuerza y nuestras perturbaciones. Sabemos
que para poder jugar bajo ciertas presiones hay que tener una templanza grupal
e individual que puede surgir o no. En las funciones anteriores al viaje
hablamos de afirmar aún más la actuación de los actores, no llevar una “obra”,
no hacer la escenificación de la cabeza del director. Y así fue. En su paso por
Madrid, AMAR logró ser el nombre del encuentro de 6 actores que asumieron y
gozaron de ser el sentido de la experiencia del público. Amar no solo salió
bien, se transformó. Pocas veces como director me sentí tan ausentado de la
escena e indirectamente felicitado como en estas 5
funciones. El público les agradecía a los
actores por su “generosidad”, por su “entrega”. Que orgullo trabajar con
actores soberanos, ser su “director sin cabeza”.
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