30.11.07

Si él lo dice

Desde hace un tiempo manejo una hipótesis: algunos actores por una justa combinación de grandes cantidades de narcisismo, talento, capacidad de goce e inteligencia se colocan frente a la cámara o el público afirmando su imagen como el fenómeno más importante. Y no hablo de la evidente importancia que para cualquier actor tiene su imagen. Hablo de una imagen que se quiere y se sabe más importante que el personaje, la técnica, el texto, la ideología, la situación, el genero, la forma y el director. Una imagen en la que todas esas trascendencias son ingresadas como simples matices, variantes y orientaciones para el despliegue encantador que jugará su piel y su voz en un íntimo contacto con nuestros ojos y oídos. Contacto en el que sentimos como surge y se nos dedica el verdadero motor y organizador de esa actuación.
Solo algunos actores pueden asumir el poder que les permite prescindir o subordinar las legalidades que suelen autorizar a la actuación e instalarse en la pura sensualidad de ese contacto. Allí nos hacen gozar de creencia y nos manipulan. Nos manipulan con los cambios de su boca, de sus ojos, de sus dedos, con los tonos de su voz. ¿Qué mas importante que el presente y destino de esa boca, para nosotros que estamos adheridos a ella y la sabemos manejada por alguien que sabe y goza de su decisiva importancia?
Estamos hablando de actores que no encarnan a nadie, solo prestan otra posibilidad de su imagen. Mientras todos queremos ser buenos cristos ellos se asumen dioses. De hecho, estoy especulando sobre la lógica de los divos.


En una entrevista publicada este año en el número 116 de la revista “Roling Stone” se reedita un reportaje hecho en mayo del 76 a Marlon Brando. Rescato los siguientes pasajes.

“…Y la gente lo intuye, inconscientemente sabe que habías planeado ese discurso. Y saben, por ejemplo, que cuando te levantas para irte y caminás unos, digamos, cinco pasos hasta la puerta y después frenas [se levanta y frena en la puerta del baño, repentinamente desprolijo y cabizbajo], saben que te vas a dar vuelta y vas decir: "Por qué no le preguntás a Edith, y después lo vas a encontrar en la caja de zapatos", y que vas a salir por la puerta.
Desaparece en el baño. El voltaje teatral lega con un paso tan tranquilo que desarma todas tus defensas. Sale nueva­mente del baño. "¡Pero ellos ya te ganaron de mano con res­pecto a la escena! Así que eso no los mantiene por fuera del pochoclo. Uno siempre tiene que estar un paso delante del público o el público va a estar delante de vos."


Parece que Brando piensa en mantenernos adheridos a su imagen y que nada nos despegue. Habría buenas y malas manipulaciones del público. Miren lo que describe el periodista:

De repen­te su cara se contrajo y miró hacia otro lado. Dios mío, pensé, metí el dedo en la llaga. Estaba definitiva­mente disgustado. Sus labios tensos, sus ojos deshechos. Un sollozo se escuchó en su garganta y sus hombros temblaron. Por un momento me quedé paralizado. Lo miré. Abruptamente, su angustia se transformó en una sonrisa. "Simplemente hacés eso, ¿viste?

Parece que sí, incluso el periodista ya comienza a pensar en esta lógica.

La clave para sus emociones parece estar en su labio superior. Tiene un labio superior muy expresivo. Se levanta como desafiante, y baja cuando la ironía del mundo se pone seria.

Dejemos que lo diga Brando:

"Shakespeare dijo algo digno de mención. Uno no lo es­cucha muy seguido. Dijo: “No existe un arte que encuentre la construcción de la mente en la cara”, refiriéndose a que hay un arte de la poesía, la música, la danza, la arquitectura, la pintura, lo que sea. Pero encontrar las mentes de la gente por su cara, especialmente sus caras, es un arte, y no es re­conocido como tal."

Hipótesis confirmada.

5 comentarios:

Ignacio dijo...

Hola, saludos a los que leen.
El mote de “pesado” a Brando, se lo doy por tres razones. Pesado por su modo de actuar, preciso imitador, real e incomparable. Pesado también lo fue para las industrias cinematográficas. Como sabemos era un tipo difícil de dirigir, que casi ninguna empresa quería tener en sus filas, por eso de ser además un rebeldón en contra del establishmen. Y por último, fue pesado ya que murió un poco bastante gordo (vamos, por lo menos estiren una comisura de la boca!).
Brando fue amigo de Johnny Deep, otro ídolo en ascenso. Citar a Deep en este blog en nunca mejor atinado. Este tocaba la guitarra en una banducha seudo punki, hasta que conoció a Nicolas Cage, que le dijo “hace una prueba para una película”, y Johnny quedó. Hizo su carrera así como la vemos, gesticulando… ahora pienso, con que poco se puede.
Saludos Ale y como pediste (que comentemos) el jueves, cumplimos.

ignacio dijo...

buenas,
(no soy el mismo ignacio que dejó el anterior comentario), me acerqué porque me gustaría ingresar a los talleres que dictás y como no tengo tu mail pasé por acá. me gustaría tener info para empezar el año que viene, tu mail o fono, o lo que quieras (parezco ansioso, pero ara ir organizandome) haciendo click en mi nombre, está mi mail. muchas gracias!

Ignacio Larrosa dijo...

Lo que no entiendo Alejandro es qué piensas tú de esto que nos muestras de Brando?
¿Estás con las buenas y malas manipulaciones, o te desmarcas de esto?, y si es así, ¿hacia dónde? (a grandes rasgos)
A mí me suena mal. Es más, me hace desconfiar de concebir así la actuación, sin ir más lejos, la propia reacción de Brando al hablar de que ello, una reacción "alérgica", tal vez si el actor que concibe así reacciona así sea porque la actuación debe ser, o realmente es, algo más... ético, que una manipulación seductora.
Porque de hecho, esta manipulación, nos manipula para llevarnos a donde?
¿A ser tontos atados a una boca, a solo preocuparnos de esa boca? ¿Es digno de qué elogios o de qué adjetivos el que mueve esa boca? Que logra un buen sueldo lo sé, pero ¿qué pensamos de esto?

alejandro catalán dijo...

Ignacio: lo que intento mostrar en brando es una manera de pensar y asumir la actuación que me parece potente. Las "manipulaciones" que nos hace el actor no son buenas o malas en un sentido moral, lo son en el sentido de la eficacia con las que nos mantiene adheridos o no los ojos a su piel. En el ejemplo que da Brando él explica como trata de que su proceso de actuación no sea anticipable ya que si lo es, el espectador ya está "entendiendo" lo que sucede y deja de estar adherido al actor (vuelve al pochoclo).
La "manipulación seductora" (si entendemos seductora como adherente y atrapante) me parece una buena definición de la relación del actor y el espectador. Pensarla como algo no ético es cargar a ese vinculo de deberes y valores que no corresponden. La ética del actor en el vínculo con el espectador, si hubiera que definirla, sería desde la "lógica brando": ser fiel a aquello que creo mejor hacer para que el espectador siga pudiendo creer en lo que actúo.
En ese sentido la boca del actor es un órgano que además de hablar hace muchas cosas vinculadas a generar en nosotros la creencia en el proceso afectivo de lo que actúa. Cuando un actor logra que a mí me preocupe que va a pasar con su rostro, lejos de sentirme tonto, me siento estimado como espectador y admirado de la decisión y definición con la que despliega su arte. Y esto no siempre, como sabrás, logra un buen sueldo.

Anónimo dijo...

Excelente!