¿Qué quiero actuar?
Esta pregunta suena esencial, pero no solemos habitar situaciones en la que pueda ser hecha y respondida. Mas que un “qué”, los actores estamos siempre urgidos por encontrar un “dónde” y un “cuándo”.
Esa oportunidad aparece con condiciones que preceden a nuestro cuerpo (personaje, texto, argumento, tema, ideología, idea de actuación del director) e imponen a nuestra actuación la tarea de desentrañar el “cómo”. Un “cómo” siempre presionado por su eficacia ya que de él depende la posibilidad de gustar en el mercado laboral y volver a conseguir “dónde” y “cuándo”.
En las situaciones formativas o de entrenamiento tampoco solemos encontrar el espacio para descubrir qué quiere nuestro cuerpo. Los profesores transmitimos una actuación cuyos modos, por más libertarios que se declaren, terminan unificando una conducta corporal. No se suele partir del propio cuerpo sino del cuerpo al qué hay que llegar.
Lo cierto es que la repuesta a la pregunta “qué quiero actuar”, sólo emerge en una actuación que conecta nuestro cuerpo con su deseo. Para ello necesitamos generar un contexto vincular reunido con ese propósito para que lo que junte las actuaciones sea un verdadero permiso de nuestros cuerpos.
La pandemia forzó un parate en el que esta pregunta puede tener lugar. Quizás sea la única pregunta que pueda tener sentido corporal. Incluso en épocas de mucha actividad suele ser la pregunta que permite parar para reacompasar el cuerpo al deseo.
¿Tengo unos seres que me suelen invadir el cuerpo en una actuación secreta o en la intimidad de unos amigos? ¿Tengo un registro que mi cuerpo siente ganas de darse? ¿Conozco un cuerpo del que quiero aprender a llevar el mío? ¿Reconozco en el vínculo con alguien una sensación que me da ganas de trasladar a mi actuación? ¿Hay en mi cuerpo un pudor, temor, inseguridad, que quiero tramitar?
La respuesta a la pregunta “qué quiero actuar” será una hipótesis tentativa que se dan unos actores que se indagan, más que unos alumnos que delegan. A partir de allí iremos percibiendo por donde se expresa ese deseo en un contexto en el que los otros cuerpos y miradas quieren lo mismo.
Nuestra función allí será la de una mirada clínica que coordina un grupo de actores que quieren ser cómplices de un despliegue que va a descansar de la eficacia del trabajo y la corrección del aprendizaje para que sus cuerpos conecten con la experiencia expresiva que los junta.